La pintura románica
El románico empleaba la pintura como arte auxiliar de la arquitectura con la función decorativa y didáctica.
Generalmente la pintura se realizaba sobre los muros o paredes. Se caracteriza porque el colorido es plano, carece de perspectiva y se traza con líneas muy gruesas.
El lugar por excelencia para colocar las pinturas era el ábside de la capilla mayor.
Otros lugares que suelen ser decorados son las bóvedas y los muros de los ábsides donde se suelen colocar figuras de profetas y de santos. Las fuentes más significativas de inspiración solían ser los mosaicos bizantinos y los beatos mozàrabes. Sus pinturas más significativas en España se encuentran en los ábsides de las iglesias de San Clemente de Tahull y Santa Maria de Tahull.
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