

En el año 330 el emperador cristiano Constantino trasladó la capital del Imperio desde Roma hasta la antigua colonia Griega de Bizancio y la llamó Constantinopla. Esta división entre Oriente y Occidente se materializaría de hecho en el año 395 con la muerte del emperador Teodosio.
Reconstruída como la "nueva Roma", Constantinopla se convirtió en el centro de la cultura y del cristianismo de Oriente, el origen del Imperio Bizantino. El momento mas brillante de este nuevo Imperio se corresponde con el reinado de Justiniano(518-565) que, junto a su esposa Teodaora, intentó recuperar el antiguo Imperio Romano en todo su esplendor reconquistando gran parte de Italia, el sureste de España y el norte de África, que había sucumbido a las Invasiones Barbaras.
Justiniano también erigió grandes edificios en Constantinopla, y por encima de todos la basílica de Santa Sofía.
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